La organización colonense Multisectorial Somos Ambiente de la Costa del Uruguay apoyó y, efectivamente, participó de la actividad desarrollada en la ciudad de Paysandú este sábado 22 de marzo, en el marco del Día del Agua y en rechazo a las iniciativas, básicamente extranjeras, que se asientan en esta zona interesadas en el recurso agua. El colectivo entrerriano comprometió militancia en favor «del agua y también de la vida y de la soberanía de nuestros territorios» y reivindicó la lucha contra «intereses oscuros, que no tienen nada que ver con nuestros pueblos, hoy sean artífices de una lucha que nos separe».
Estos conceptos forman parte de la proclama que se dio a conocer en el acto celebrado en Plaza Artigas, tras la marcha que recorrió calle 18 de Julio, desde Plaza Constitución, cuyo contenido transcribimos a continuación.
Proclama
Hoy, en el Día Internacional del Agua, venimos como Multisectorial Somos Ambiente de la Costa del Uruguay y como vecinas y vecinos del Departamento Colón, Entre Ríos Argentina, a apoyar y acompañar esta marcha y acto en defensa del agua y también de la vida y de la soberanía de nuestros territorios.
El Rio Uruguay no es sólo fuente de vida y de trabajo o un bien común compartido, el Rio Uruguay es el el nexo que nos ha permitido construir una historia y lazos de hermandad entre pueblos. En esta historia también hay luchas que nos han unido, no podemos permitir que intereses oscuros, que no tienen nada que ver con nuestros pueblos, hoy sean artífices de una lucha que nos separe.
Las empresas multinacionales, sin bandera, necesitan del secretismo y de la división del pueblo para conseguir sus objetivos. Y el pueblo nunca es parte de las ganancias que pretenden conquistar.
Estas empresas, con sus rutas de “Hidrogeno Verde en América Latina”, ven a Uruguay y Argentina como territorios de extracción y explotación, vienen con falsas promesas y con falsos enunciados: hoy, hablan de Hidrogeno Verde, de miles de puestos de trabajo y de progreso económico. Pero no nos dicen que en realidad buscan producir combustibles sintéticos, con materiales tóxicos que ponen en riesgo a miles de habitantes, para sostener una transición energética que no es para nuestros pueblos.
No nos hablan que esos puestos de trabajo son transitorios, especializados y que pueden poner en riesgo miles de puestos de trabajo ya asentados. En el caso de las ciudades transfronterizas, puestos de trabajo relacionados al turismo y a la producción de alimentos.
Estas empresas hablan de los millones de dólares que van a invertir, pero no hablan de los millones de dólares que reciben en exenciones impositivas o de las miles de hectáreas que requieren ser deforestadas para instalarse, con la consiguiente pérdida de biodiversidad y de tierras productivas que podrían ser fuente de trabajo genuino y de soberanía alimentaria para nuestras comunidades.
Estas empresas vienen a plantear megaproyectos de dudosa eficiencia, avasallando el derecho a la información pública y a la participación ciudadana en las decisiones sobre el futuro y sobre que desarrollo económico, social y humano queremos para nuestros territorios.
Estas empresas presentan proyectos que no tienen en cuenta, o no nos cuentan, todo el ciclo de vida útil de los materiales necesarios para instalarse. Si hablamos de parques eólicos o de paneles solares, debemos saber que para su construcción se requieren, por ejemplo, tierras raras, que conllevan la destrucción de los territorios de donde se extraen. Ni hablar de cuando esos materiales quedan obsoletos. En el mundo ya encontramos cementerios de aspas eólicas, que no se reciclan y generan problemas a larguísimo plazo.
Debemos preguntarnos también, ¿Cuánto deben invertir nuestros Estados para facilitarles el transporte de aquello que producen? ¿Cuál es la verdadera relación entre las ganancias económicas de esas empresas y la pérdida de recursos, patrimonio, soberanía de nuestros territorios? ¿Cuánto vamos a dejar que pongan en riesgo?
Hoy, celebramos esta oportunidad que nos permite encontrarnos para decir bien fuerte que nuestros pueblos están unidos, que vamos a resistir otro atropello colonialista porque la historia que nos une es más importante que cualquier interés económico.
Hoy, en esta marcha, nos abrazamos, nos hermanamos y celebramos a nuestro rio, a nuestra historia, a nuestras soberanías y a nuestra vida.
EL AGUA NO SE VENDE, SE DEFIENDE!!!