En este año electoral, el pueblo uruguayo enfrenta una disyuntiva clara: o se profundiza el modelo oligárquico y excluyente que favorece a los mismos privilegiados de siempre, o se recupera la senda del progreso social, la justicia distributiva y la dignidad para las mayorías populares. Y para quienes creemos en la transformación social, en los derechos de los trabajadores, en la soberanía popular y en la democracia como herramienta de emancipación, no hay otro camino posible que votar al Frente Amplio.
La ley del lema: una herramienta para defender el proyecto colectivo
Es importante que cada ciudadano y ciudadana comprenda cómo funciona nuestro sistema electoral. En Uruguay, se vota primero al lema —es decir, al partido político— y luego a la lista dentro de ese lema. Esto significa que lo decisivo en términos de proyecto de país es qué partido gana las elecciones. Quien tenga la mayoría en la junta departamental definirá el rumbo económico, social y cultural del departamento en los próximos cinco años.
En ese sentido, el Frente Amplio es la única fuerza política capaz de poner freno al saqueo institucionalizado de la derecha y devolverle a las mayorías populares lo que es suyo. No se trata solo de un partido más, sino de la herramienta histórica que ha permitido avances incuestionables en derechos humanos, políticas sociales, empleo digno, acceso a la salud, educación y vivienda.
La derecha: una lógica oligárquica disfrazada de gestión moderna
Lo que está en juego en estas elecciones es mucho más que nombres o listas. Lo que se disputa es la base misma sobre la que se organiza la sociedad: o se gobierna para los de arriba, o se gobierna para el pueblo. La derecha uruguaya —representada por una coalición multicolor sin principios, sostenida por una lógica clientelista y oligarquizante— ha demostrado en estos años que su único objetivo es garantizar el privilegio de los sectores más ricos y poderosos, mientras expulsa a las mayorías populares a los márgenes de la sociedad.
Nos hablan de eficiencia, de modernización, de “orden fiscal”, pero sus reformas siempre terminan beneficiando a los grandes capitales, a las corporaciones extranjeras, a los grupos empresariales y a una minoría que concentra la riqueza. Y mientras eso ocurre, crecen la desigualdad, la precarización laboral, la exclusión social y la violencia estructural contra los sectores más humildes.
No es casualidad que esta misma derecha haya privatizado servicios públicos estratégicos, desmontado políticas sociales, recortado derechos laborales y flexibilizado normas en favor de los grandes patrones. Es la lógica oligárquica de siempre, solo que ahora maquillada con discursos tecnocráticos y gestos de falsa austeridad.
La pluralidad frenteamplista: una riqueza, no una debilidad
Es cierto que quienes militamos en la izquierda hubiéramos querido llegar a estas elecciones con una candidatura única, consensuada, que condensará las esperanzas y luchas de nuestro pueblo en una sola figura. No se logró. Y no está mal reconocerlo con cierta autocrítica, porque la unidad no se impone, se construye.
Sin embargo, la existencia de varias listas dentro del Frente Amplio no implica una ruptura ni una debilidad, sino la expresión natural de una fuerza política diversa, democrática y en constante debate. Porque a diferencia de la derecha —que se organiza verticalmente al servicio de los intereses de una minoría económica— el Frente Amplio es un espacio popular donde conviven distintas sensibilidades de izquierda, movimientos sociales, agrupaciones territoriales, sindicatos, cooperativas, feminismos, juventudes y militancias barriales.
Por eso, que hoy existan tres candidatos principales impulsadas por distintos sectores frenteamplistas es reflejo de esa pluralidad viva.
Todas ellas coinciden en lo esencial: derrotar el modelo oligárquico, revertir el retroceso en derechos y devolverle dignidad al pueblo uruguayo. Cada lista representa matices, pero todas convergen en el objetivo común de poner fin al gobierno de los patrones, de los malla oro, de los intermediarios del agronegocio y de los especuladores financieros.
El Frente Amplio, única opción popular real
Votar al Frente Amplio, entonces, no es solo una decisión política, sino también una obligación ética y moral para quienes no queremos resignarnos a un país fragmentado, injusto y desigual. Las conquistas que se lograron en los gobiernos frenteamplistas —por imperfectas y limitadas que hayan sido— no surgieron de la nada, sino de la capacidad del pueblo organizado de impulsar gobiernos sensibles a las necesidades populares.
El FA es la única fuerza con base popular, con compromiso social y con capacidad real de disputar el poder a los sectores dominantes. No hay atajos, ni alternativas mágicas. Las opciones fuera del Frente Amplio pueden sonar renovadoras, simpáticas o rebeldes, pero sin capacidad de disputar y ganar institucionalmente, solo terminan favoreciendo a la derecha.
¿Por qué es fundamental votar al lema?
Porque sin el voto al lema, ninguna lista cuenta. De nada sirve simpatizar con una candidatura si no se apuesta al proyecto colectivo. Es el lema el que permite disputar el gobierno y frenar las políticas de hambre, exclusión y represión.
Votar al lema Frente Amplio es votar:
• Por la defensa de las empresas públicas.
• Por la recuperación de los derechos laborales.
• Por una política fiscal que deje de premiar a los más ricos y garantice inversión social.
• Por el acceso universal a la salud, a la educación y a la vivienda.
• Por una democracia inclusiva, participativa y feminista.
• Por el respeto irrestricto a los derechos humanos.
Cada voto cuenta. Y este año más que nunca, porque la derecha ya demostró que no le tiembla la mano para gobernar contra el pueblo y a favor de los dueños del país.
La responsabilidad histórica de la izquierda
Nos guste o no, estamos llamados a protagonizar este momento histórico. No podemos permitir que nos dividan ni que nos inmovilicen. Cada militante, cada vecino, cada trabajador y cada joven tiene que entender que la única manera de cambiar este presente injusto es desde el Frente Amplio, construyendo mayorías populares y poniendo en jaque al poder económico que se enriquece a costa de las mayorías.
Este 11 de mayo no elegimos solo autoridades, seguimos eligiendo un modelo de país. O seguimos con el gobierno de los ricos para los ricos, o recuperamos la dignidad de la gente, la justicia social y la solidaridad como valores rectores que nuestro departamento necesita.
Votar al Frente Amplio es elegir patria, pueblo y futuro. Lo demás es resignación.
Vota EL EQUIPO IZQUIERDA EN MARCHA en la variedad de sus opciones: 502 – 1502 – 2502